Los poemas olvidados son un fragmento de lo que fue mi época colegial, enmarcada por la exclusión social de la cual fui víctima por mi corta estatura y mi afición por los libros, pero Destino intervino y me juntó con gente que si bien no contribuyeron a mi desarrollo y estatura me enseñaron a ser victimario de aquellos que me excluyeron, durante aquellos años azules de mi infancia y pre adolescencia y porque no los años conflictivos de la adolescencia como tal este cuaderno me acompañó y en él plasmé mis segundas impresiones sobre un mundo del cual no sabía ni un carajo y sobre gente que me contaba sus penas como si me importaran o si tuviese la respuesta para sus males, de este intercambio obtenía material para mis escritos y poemas, ellos…obtenían una respuesta basada en la elemental lógica que cualquier ser humano con dos dedos de frente les podría dar, para mí era una excusa para escribir, para ellos la solución a sus problemas.
Hoy, al andar entre cajas cubiertas de polvo y libros viejos lo encontré como quien se reencuentra con parte de su pasado, como quien se encuentra con un compañero al que no se ve desde hace mucho, lo miré…me miró…nos reconocimos, el tiempo deja sus huellas, ya no soy aquel enano que escribía poemas como desahuciado, el ya no es aquel cuaderno que servía para dar un buen golpe, sus páginas amarillas me saludan a través del tiempo con una sonrisa indiferente que proviene desde el olvido, desde un pasado lejano y cercano, dulce y amargo. Al abrirlo me reencuentro con lo que años de estudio y lectura han intentado borrar de mi memoria, pero aquellas letras chuecas y palabras pueriles regresan a mí, cada línea, cada verso, cada rima, son míos…y los reconozco como parte de mi, de lo que fui, de lo que soy y de lo que en parte debería volver a ser, es así que los poemas olvidados son como un hijo al que se lo envía lejos para después reencontrarlo, un hijo que recuerda la sentimentalidad de la que se sufre en los años más conflictivos (internamente) del ser humano, un hijo que nos avergüenza por la poca calidad de lo escrito y las descomunales faltas ortográficas, para los que con su cerebro hacen algo más que bombardearlo de música sin sentido, farras, alcohol y programas de farándula saben a qué me refiero, aquellas líneas hilvanadas por la soledad, la necesidad de entender el mundo y entender los conflictos que llevábamos dentro, un hijo que se fue creando palabra a palabra y que ahora en nuestra “madurez” ya no lo queremos.
Plenamente convencido que no existen casualidades, con la idea firme que todo pasa por algo y lo que denominamos azar proviene de las fuentes más remotas he decidido que los poemas olvidados vean la luz, por última vez, quizá por primera, quizá solo para confirmarme que el pasado es útil cuando lo dejamos atrás, o quizá simplemente porque no sé que más escribir…
UN AMANECER TRISTE
Vuelan las golondrinas
se alejan de las acacias,
mis sueños se los llevan ellas
enredados en sus patas.
Despuntando el sol
en el lejano horizonte
les digo adiós
como despido a la noche.
Vuelan las golondrinas
se llevan mi esperanza
mis ganas de vivir
y mis deseos de volver a casa
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