jueves, 18 de marzo de 2010

Cuando nos enamoramos...

Aprovechando que ya estamos lejos de la euforia de san Valentín (san valenshit para algunos) quiero hablarles del amor, porque justo ayer he encontrado a un amigo que se ha enamorado locamente (por enésima vez), y está imbécil perdido.

Esto me ha hecho plantearme algunas cosas: ¿Ustedes no creen que debería existir un permiso laboral por enamoramiento? ¿Acaso no te dan permiso cuando tienes depresión o cuando tienes estrés? Pues yo creo que si tú vas al médico y le enseñas un cuaderno en el que has escrito cien veces "quiero a Marisa (nombre protegido), quiero a Marisa (nombre protegido), quiero a Marisa (nombre protegido) ", está claro que estás enfermo y así no se puede trabajar.

Cuando estás enamorado no es sólo que te comportas como un idiota. Es que además piensas que eres especial, que las cosas que haces no las hace nadie más en el mundo. Aunque en realidad lo que haces es repetir las mismas tonterías que hacen todos los “enamorados”.

Por ejemplo: el teléfono se convierte en el centro de tu vida, lo descuelgas cada cinco minutos para comprobar que hay línea.

¿Pero qué te crees? ¿Que te van a cortar la línea justo en el momento en el que te tiene que llamar ella? Hermano, los de la CNT son unos hijos de puta, pero no tanto.

Cuando por fin te llama te da un vuelco el corazón y te dispones a tener una conversación muy profunda:

- ¿Qué haces?

- Nada.

-¿y tú?

-Nada

-y…

-¿Qué haces?

-Nada

-¿ y tú?

Y así, dos horas de conversación profunda y otras dos para colgar:

- Bueno, pues cuelga.

- No, cuelga tú.

- Tú primero.

- No, tú.

- Contamos tres y colgamos los dos a la vez.

- Uno, dos y tres.

Y si cuelga ella, te quedas jodido y piensas que tú la quieres más. Y la vuelves a llamar:

- Oye, me has colgado.

- ¿Pero no has dicho que contáramos hasta tres?

- Sí, pero no tan rápido.

Todo cambia cuando estás enamorado. Tu escala de valores varía radicalmente. Por ejemplo, antes, el domingo se lo dedicabas al fútbol, o jugar play con tus amigos, o a ir en busca de locas con tus amigos, o a jugar con explosivos con tus amigos, o a donar dinero de dólar en dólar a las madres solteras que bailan en un tubo en un antro local…con tus amigos (y aun te preguntas porque ella nos odia), en cambio, ahora te vas a comer con ella y la sobremesa se prolonga. Tú la miras, ella te mira, la coges de la mano, las seis de la tarde. Pero, por mucho que la quieras, eres un hombre. Y hay un momento en el que no puedes más y te levantas: "Voy al baño, No te vayas ¿eh?" Y en cuanto no te vea, agarras al camarero y le dices "¿Cómo va la liga pana?" Y con eso te quedas, porque cuando llegas al carro no puedes poner Carrusel Deportivo. No señor, estás enamorado. Hay que poner musiquita romántica. Un cd que has quemado especialmente para esa noche y que en un alarde de originalidad, exprimiendo las pocas neuronas útiles que te quedan, le has puesto el título de "Lentas".

Por cierto, el carro es uno de los sitios donde más se nota lo tonto que te has vuelto con esto del amor, porque por primera vez, en lugar de desear que se ponga en verde, y clavarle el pie al acelerador como Schumacher quieres que cambien a rojo para darle un beso: "Uy rojo, muuuáaa".

Tampoco te importa que te piten cuando se pone verde, porque te sientes superior, tampoco los insultas, porque es “el amor de tu vida” y debes calzar en el prototipo de no fumar, no beber y no decir malas palabras, le haces una sonrisita a tu pareja y sigues. Y no te queda más remedio que volverte fino, cuando estás enamorado practicas mucho el conocido deporte de aguantarte los pedos. ¡Pedos delante de ella ni uno! Ni en el cuarto de baño, ni en la cama, ni en ningún sitio. Y en cuanto bajas a la calle y te diriges al carro. "Brrrrrr". Vas a propulsión.

Cuando estás enamorado te comportas como un imbécil ya desde el primer momento en que la ves. Por ejemplo, si te enamoras de una chica en la biblioteca en seguida se pone en marcha el juego de las miraditas...lees una línea, y la miras, pasas la página, y la miras, buscas un pañuelo, y la miras, te suenas los mocos y la miras...y a veces, sencillamente…la miras... y es que no te atreves a acercarte... te puedes tirar meses buscando esa frase que hará que ella caiga rendida a tus pies, un día, por fin, la encuentras ( preguntándole a tu amigo Dante...obviamente) y piensas: "Me acercaré y le diré...: Perdona ¿Te importaría no ser tan guapa, es que no puedo concentrarme en el libro". Entonces te levantas, vas hacia ella... pero cuando te acercas sólo eres capaz de decir: "¿Me pre pre prestas un eshfero…? Es que se me ha gashtado" (entiendes que en tu cabeza la situación lucia mejor, y no entiendes porque el acento shabrosho). Si te enamoras de una chica de fuera al separarse prometen que se escribirán; y ella ya lo creo que te escribe. ¡Cartas de diez hojas!... Pero te cuenta cosas de su vida en Pelotillehue que a ti no te interesan para nada...

"Hola Moncho (nombre desprotegido), estoy en Pelotillehue, está lloviendo... Acabo de llegar de clase de inglés, y estoy más aburrida... aunque el profesor es muy bueno, es canadiense y usa gafas" ¿Y a mi qué? Y de repente te pone: “Moncho, te tengo que dejar de escribir porque llegó mi madre" Y en la línea de abajo "Ya he vuelto, como te iba diciendo, usa gafas..." Por la puta...

Sin embargo, nosotros cuando escribimos una carta vamos al grano:

"Hola Marisa (nombre protegido): estoy caliente. Atentamente Moncho (nombre desprotegido)". Y ya está…y después que dizque no nos entienden.

En fin, creo que voy a pedir permiso porque he visto a una chica en la computadora 3 y creo que estoy empezando a enfermar…

Nota: cualquier parecido con alguna realidad o realidades es pura coincidencia, en ningún momento me he basado en personas reales para la elaboración de este articulo, y, en el caso de que te sientas identificado o identificada, recuerda que es pura coincidencia, que quizá coincidentalmente es moderadamente parecida a tu realidad, aclaro: te equivocas.

lunes, 8 de marzo de 2010

Las pilas

Hoy quise escribir sobre unos pequeños objetos a los que no se les trata con el cariño que se merecen: las pilas. Que son como el papel higiénico, o como la paciencia de las madres; solamente nos acordamos de ellas cuando se acaban. Estás escuchando tu discman lleno de felicidad (sí aun conservo mi discman, tiene un valor sentimental y se llama Francisco, para los panas Pancho) y de repente la niña de la opera de Praga se convierte en la Niña del Exorcista y se acaban las pilas. ¿Y qué hacemos entonces? ¿Bajamos a comprar más?... De eso nada, es que no hay tiempo, las necesitas ahora. Es como cuando se te acaba el papel higiénico, las necesitas en ese momento. No vas a bajar a la tienda con el pantalón por los tobillos, ¿Oiga, por favor, tienen papel higiénico?. Sí, es al fondo. Noooooo…

Recorremos toda la casa buscando cosas que funcionen con pilas; o sea, estás tan desesperado que te encuentras a tu abuelo durmiendo y te preguntas: ¿Pasará algo si le quito las pilas del marcapasos? Total, ahora está durmiendo. ¡No va a marcar ningún paso!, No, sigues buscando, y la primera pila que cae siempre es la del despertador; que yo me pregunto: ¿Para qué le ponen pilas al despertador, si le quitas la que tiene, le pones la gastada y sigue funcionando perfectamente?

Bueno, pues tienes que encontrar otra cosa que siempre funcione con pilas... Mmm, ¡ya está! El control remoto de la tele. Pues no, porque el control remoto de la tele nunca tiene pilas, siempre están gastadas; lo que pasa es que no lo queremos reconocer. Tú aprietas el botón y no cambia de canal; y dices, eso es que no he apretado lo suficiente con el dedo. Clavas el dedo y no cambia y dices: eso va a ser el ángulo O sea, te estiras, te retuerces, te vas acercando y al final aprietas el botón de la tele con el control remoto. ¿Y cambias las pilas?.

¡No!, ¡para qué!, si funcionan perfectamente; lo que pasa es que “hay que encontrarle el ángulo”.

Sigues buscando y consigues reclutar tres pilas, la del despertador, la de la calculadora y la del reloj de la cocina…que esa es fantástica, porque no sabías ni que existía, pero, necesitas cuatro. Y no pierdes la esperanza. Si tres funcionan, una está gastada,... son mayoría ¿no?. Malo será.... Pues no, porque cuando no se puede, no se puede, y el discman no funciona.

Y a esa pobre pila gastada le tiene que entrar una depresión... Yo imagino a las otras tres: va, que no pasa nada, tranquila, que no pasa nada,... Y ella: es que no lo entiendo, les juro que es la primera vez que me pasa. Y lo malo es que ahora las cuatro pilas están gastadas, sí, porque para estas cosas las pilas son muy suyas, muy amigas, son como las manzanas; aunque tengas tres que funcionen como las pongas con una que está podrida, te jodiste...

Y el problema es: ¿qué haces ahora con todas esas pilas gastadas?

Porque antes no pasaba nada, yo de pequeño las chupaba, las mojaba, las mordía, las tiraba al fuego y nunca me pasó nada; pero ahora como no las tratamos con cariño las pilas han decidido hacerse venenosas.

Hoy en día tirar una pila gastada a la basura es más peligroso que meter a Herodes en Disneylandia, incluso se han vuelto crueles. Tienen hasta su propio día de la venganza de las pilas; el siguiente día de navidad, todos los niños del mundo abriendo los regalos a la vez, y todos a la vez: papá ¡no tiene pilas!, ¿dónde están las pilas?, ¿y las pilas?, ¿Dónde están las pilas? Las pilas, ¿qué donde están las pilas? En el despertador, en la calculadora, en el reloj de la cocina,...Y en el marcapasos del abuelo.

miércoles, 3 de marzo de 2010

¿CON QUÉ NOS ENGAÑAN DE PEQUEÑOS?

Les quiero contar un secreto: Alf... no existe. Es un tipo patucho y en algunos casos un muñeco de ventrílocuo que interpreta el papel de Alf. Además el pobre está encasillado.

Y es que de pequeños vivíamos engañados, y nuestros padres eran los principales responsables, no dudaban en recurrir a cualquier mentira con tal de conseguir sus objetivos.

Por ejemplo, a la hora de la comida. Si no querías comer, te intentaban hacer creer que la cuchara con el puré de verduras era...un avión. ¡Vaya símil más acertado! De hecho creían que lo único que le faltaba para ser verosímil era el sonido del motor. Y ahí les veías BRRRRRRRRRRRRRR.

Claro. Es que pensaban: “Si el niño no quiere comerse un poco de puré... Seguro que se come un avión”. Además te hacían responsable de la buena alimentación de toda tu familia: ”Esta por papá, esta por la tía, esta por la abuela, esta por la moza del abuelo...” O sea, tenías que comer tú por todos.

A veces sus mentiras conseguían lo contrario a lo que se proponían, por ejemplo, para conseguir que nos durmiésemos se inventaron las nanas (canciones de cuna para los giles). Que igual la música era apropiada, pero fallaban en la letra. Como esa que decía: “Duérmete niño. Duérmete ya. Que viene el Cuco y te comerá...” Y tu:”¿Cómo? ¿Qué va a avenir quién? O sea que después de esta información ¿Tu quieres que yo me duerma?”

Claro te pasabas toda la noche con los ojos como platos y es que decías: “mierda ya que va a venir el Cuco... ¡Por lo menos que me encuentre despierto!, sí ya sabemos que es EL Cuco, pero sanito no se irá”

Cuando nos llevaban al médico también recurrían al engaño y te decían cosas como: “Tonto, si no te va a doler...” Además te decía “Tonto, que ya verás como al final el doctor te regala un chupete”

“¿Un chupete? ¡Haberlo dicho antes! ¡Rápido! ¿A qué espera?

¡Hágame una vivisección sin anestesia! Cuando terminaba la consulta, el médico te decía: “ Toma muchachote esto para ti”. Y lo que te daba era el palito con el que te había examinado, y encima tu madre: “¿Qué se dice?”, ¿cómo que qué se dice? “¡Roñoso! ¿Qué has hecho con el resto del helado que solo me das el palito?”.

¿Qué esperaban que dijésemos? “¿gracias?. Lo que voy a jugar en la escuela con este palito”, que me dirán:”Dante, que bacan tu médico, te dio un palito, te lo cambio por mi videojuego.” ” ¿Nos dejas jugar a nosotras con tu palito?”

Esto último me lo siguen diciendo...algunas veces

Otra técnica que empleaban los mayores para engañarnos era la de asociar algo que no nos gustaba nada con algo que nos gustase mucho, con esta “ideota” se inventaron los juegos educativos. Y es que ¡Vaya manía con que aprendiésemos jugando! Que si el balón de playa mapamundi. Que si los lápices con la tabla de multiplicar. Que si el rompecabezas de Ecuador por provincias...

Nuestros padres tomaban nota de esa idea de asociar algo bueno con algo malo y te sorprendían diciendo cosas como: “Vamos a jugar a recoger tu cuarto”, “¿Vamos a jugar a recoger tu cuarto...?” Es como si tu le dices a tu pareja: “Vamos a hacer el amor planchándome los pantalones”

Y como conclusión, la frase con la que los padres ponían fin a todas nuestras preguntas. “Papá ¿Por qué las chicas son tan raras?”

“Cuando seas mayor lo entenderás”... Pues también en eso nos mintieron.