sábado, 1 de diciembre de 2012

El chuchaqui moral y yo...


A dúo con mi alter ego, desde dónde quiera que esté…

Quienes me conocen saben muy bien que no soy muy apegado a la bebida, que no es condición sine qua non para divertirme o pasar un buen rato con quienes me son dulcemente próximos o menos amargamente cercanos, saben también que no soy fanático de la cerveza y que la sola idea de una panza bielera producto del uso y el abuso de la cebada es algo decisivo al momento de decir: “no, gracias”… y que le puedo hacer si tengo el “no” fácil. 

Sin embargo, lleno de tribulaciones está el camino del piadoso y como la mayoría de mortales he tenido mis encuentros fatales con el alcohol, para mí es imposible decirle que no a un buen vino y por “buen” me refiero a que: 1) no sea de este mismo año ni del año anterior y 2) que no sea de cartón. En lo demás no soy exigente, pero me derretiré ante un vino europeo, no porque lo latinoamericano no valga sino porque en Latinoamérica aún sacrificábamos gente cuando en Europa se reunían a cerrar la tarde de la mano de un vino, no más.

Pero no me alejaré del tema, el titulo dice chuchaqui moral y ustedes, lectores fieles, conscientes y amistosos ya han leído dos párrafos y aún no hay un ápice de la miseria que suele acompañar la anécdota de un buen chuchaqui moral, y yo, cumplidor como me considero no quiero que se sientan defraudados, que usé falsa publicidad o que simple y sencillamente les vi la cara de pendejos.

Hace un tiempo visité Quito, debo admitir falto de pena que la prefiero por sobre Guayaquil, su gente, sus espacios, tantas amistades que tengo allá, sus bares, su paisaje, su clima, su vida bohemia y he ahí la raíz de mis males. Pasa y sucede que decidí pasar una semana allá, despejar la cabeza, buscar un poco de calor humano entre faldas curuchupas que al primer calor costeño se encienden y son capaces de agotar todas las existencias de ácido láctico del cuerpo, esas tranquilitas que en una habitación cálida, contextualizada y con luz tenue son la antesala de un vaivén entre cielo e infierno. El alcohol no pudo faltar, y mis amistades tan atentas y amables lo consiguieron en todas las presentaciones, tamaños y colores, siempre me ha gustado preparar cocteles porque me asegura ser el que menos bebe de todos y de este modo darle chance a mi organismo a que descarte el alcohol tal y como sólo él lo sabe hacer, pero no me funcionó, mis amigos sabiendo de mis trucos y artimañas se adelantaron y bebimos lo que había, como había, sin decoraciones ni mezclas endulzantes que puedan apaciguar el infierno etílico que se desataba. Empezamos con cerveza, ron de diferentes marcas, la mezcla de ron y cola esbozando un cuba libre que dio origen a un mareo pseudolibertario, las canciones más ridículas hicieron nido en mi atontado cerebro, mi voz pésimamente dotada intentó imitar aquellas melodías y letras lastimeras, le siguieron ríos de vodka, jugo de naranja de cartón, frenéticos los brazos se agitaban de arriba hacia abajo o viceversa subiendo con el brebaje en vasos y bajando vacíos listos para otra tanda de veneno, mi cuerpo daba señales que su capacidad de metabolismo estaba cercana a ser superada, traté de calmarlo con un par de tacos de carne y pollo, pero fue en vano, ya puestos en el mexican mood no tardó en hacer acto de presencia el tequila y su especial característica de marearte en cómodas cuotas y con muchos intereses, luego de varias horas y ya entrados en la madrugada los ánimos se calmaron y todo pareció terminar, pero de equivocaciones poblamos nuestras certezas, no faltó un amable y entrañable compañero manaba con dos galones de puro extraído de la caña, varios amigos en el piso, inconscientes, colorados, sonrientes, varias amigas sin inhibiciones y nosotros, los últimos en pie o tratando de estarlo, listos o a medias, para enfrentarnos a aquel brebaje foráneo, luego de media docena de tragos el caos se detuvo… no más acidez, no más dolor punzante en la boca del estómago, no más carreras vertiginosas ni el mundo convertido en un gigantesco tagadá, simplemente la nada.

De lo ocurrido esa noche dieron buena cuenta y detalle los dueños de casa, guardias, policías y vecinos. De un grupo de desadaptados corriendo sin zapatos y con poca ropa bajo la lluvia por las calles aledañas al condominio, de puertas golpeadas a altas horas de la madrugada, de risas estruendosas, de mucho humo que todos rogamos y esperamos haya sido incendio o tabaco, de objetos rompiéndose, de gritos, de peleas, insultos, de todo cuanto no recordaremos pero sabremos que pasó por testimonios ajenos, grabaciones, fotos y un par de huellas en nuestros maltratados cuerpos.

Potasio, calcio, complejo b, analgésico y mucha agua, la vergüenza y el destierro de aquel condominio, el no levantar cargos con la condición de que jamás volvamos. La huida con la cabeza agachada, la mirada perdida, el cerebro atontado y el sabor amargo de mi peor chuchaqui moral.

viernes, 10 de agosto de 2012

El hola eterno


Sacar el teléfono, navegar entre la lista de nombres, leer incluso el nombre de personas que no sé si aun viven,  el aburrimiento hace que revise los nombres de las personas a las que puedo molestar, puedo escribirle a muchos con un “que tal” o un “que hay”, pero  su nombre aparece, y el surfeo del celular se detiene, escribir o no escribir ahí está el dilema, que decir, que no decir, ¿Cuántas palabras se necesitan después del hola para no parecer un estúpido?
Hola, ¿cómo te va?...¿y si no contesta?, ¿y si contesta?...es interesante que aun después de toda el agua que ha pasado debajo de mi puente aun me sienta como un chiquillo, para ciertas personas el temor al rechazo desaparece después de los 500 rechazos, a otros nos toma un poquito más.

Hola, esta noche quiero escribirte, pero no por aburrimiento, quiero escribirte por cada una de las veces que me he detenido en tu nombre, por todas las veces que he intentado escribirte y me he quedado sin saber que decir después del hola, sin saber cómo empezar la conversación, y aun así, hoy no sé qué decirte, no puedo decirte que te quiero porque no sé qué es lo que siento, puedo decirte que pienso en ti porque de hecho lo hago cada vez que escucho la radio, no sé que tienes que me atraes, me hechizas, llevo tu aroma en cada lugar, el recuerdo cálido de tu sonrisa y tu mirada tan serena, tan brillante, como una estrella…tan lejana.
Entonces espabilo y decido que lo mejor es llamarte, pero me engaño, escribirte implica un pseudo anonimato  que la llamada arruina, otra vez el dilema: ¿qué te digo?, y utilizo una excusa, te pregunto alguna tontería, algo que seguramente piensas que ya sabía, y no ves la necesidad de mi llamada, lo siento en la forma en que me explicas y mientras hablas siento como interrogas el verdadero motivo por el cual te llamo, quizá no es así y la culpabilidad de mi débil excusa revela mis pensamientos por medio del tono de mi voz, de forma atropellada aseguro haberte entendido, sonríes, quizá porque sabes que es un ardid, no me conoces, pero sabes que no soy de los que hacen las cosas porque sí, sabes que hay un motivo, susurras un hasta pronto y tu sonrisa se desliza como un rayo entre mis neuronas, el remedio fue peor que la enfermedad: haberte escuchado no me quitó la pica de saber de ti, al contrario me hizo creer que sabes en que línea me muevo, me hizo pensar que no te disgusta, me produjo la sensación equivocada de que algunas veces las estrellas se pueden alcanzar.

Hola, no tengo nada que preguntarte, solo te escribo para decirte que estoy pensando en ti…

martes, 24 de enero de 2012

Insomnio

Este episodio de mi vida se llama: i’m back baby

Es impresionante la cantidad de cosas que pasan por la mente de una persona que no puede dormir, desde el desesperante tic tac del reloj de la sala que tu juras puedes escucharlo incluso desde el baño, todas las cosas que has hecho y que, de algún modo, juras que ahora las podrías hacer mejor, episodios pasados, conversaciones pendientes, temas tratados, gente y más gente, lo curioso del asunto es que en el día ni se te ocurre pensar en nada de eso y al final terminas recordando cuando tenías un blog y cuan catártico era escribir…y aquí estoy.

Una de las cosas que más recuerdo son aquellas conversaciones con aquellos personajes que en su momento llenaron el espacio de figura paterna, un espacio tan importante, según los psicólogos, que de no llenarse correctamente me fallaría la terraza, terminaría practicando deportes demasiado violentos, tendría tendencia a saltar de lugar en lugar, tendencia a reacciones violentas, problemas con la autoridad, no sería pilas y un montón de notas más…exceptuando lo de pilas, en lo demás acertaron, pero a mi que chuchas si así soy feliz y los que me vengan con tonteras se pueden ir a la… ejem…ok, el asunto es que si bien mi padre ha sido, es y posiblemente será el gran ausente en mi vida, he tenido la suerte de contar con personas valiosas que han aportado con lo mejor a mi formación, aunque muchas veces no les fue muy bien.

Cierto día mi abuelito me dijo que a una mujer no hay que entenderla, sólo quererla…en aquella época esa frase estuvo lejos de mi entendimiento, pero ahora, años después lo entiendo tan bien que cada vez que veo que Ella llega tarde con su sonrisa de oreja a oreja y sus ojitos brillantes sé que estoy jodido con tremenda impuntual, jodido pero contento. Incluso cuando discutimos por algún tema que no me dijo, pero jura que si me dijo y aun cuando le pruebo que no me dijo me sigue diciendo que si me dijo la primera vez que me dijo y que incluso dijo dos veces lo que dijo porque dijo que no le estaba tomando asunto, incluso ahí, recuerdo las palabras de mi abuelito…y aunque me cabreo (algo muy usual dada mi paciencia espartana) me alegro de tener a alguien que me puede llevar del amor al odio y otra vez al amor en unos cuantos minutos…y con unos cuantos besos de por medio.

Son tantas las cosas que me han enseñado y que poco a poco cobran sentido que si me pongo a escribirlas todas no tendría material para revivir este blog, así que actualizando: este 2012 ha empezado flojito flojito, pero de a poco parece que se pone interesante, he conocido gente increíble, me he hecho tuitero (dizque) @charlie_ec, ahora práctico paintball, sí un deporte violento como los psicólogos dijeron que sucedería, pero me gusta, tengo a alguien en mi vida que me alegra los días, las noches y espero que pronto una que otra madrugada, parece que al final después de la tormenta viene la calma, pero quienes medio me conocen saben que odio los días calmados.

Ah! Está lloviendo y eso me pone de un humor especial, y ahora tengo la nota de aprender a surfear.