domingo, 9 de octubre de 2011

Desacelerando

Este episodio de mi vida se llama: análisis

Hace poco una gran amiga me dijo: “espero que algún día empieces a ver a las personas como seres con emociones y sentimientos y no como simples objetos para tu diversión”.

En el momento no le di importancia y lo archive como tantas cosas que nos dicen o decimos a lo largo del día, pero al final en el recuento de lo vivido, escuchado, visto y aprendido me queda el mal sabor de estar perdiendo la perspectiva, que tal si tiene razón, que tal si en cierto punto he empezado a despersonalizar a quienes me rodean y he dejado de verlos como humanos perfectamente imperfectos, debo admitir que dentro de mi saco de errores y defectos está, invariablemente, la tendencia a medir a todos bajo mis principios y la arrogante concepción de una regla de comportamiento, al final solo me siento un imbécil más del grupo de imbéciles que alguna vez, lejana en mi memoria, juré combatir.

En los últimos meses muchas cosas han cambiado, he sido golpeado de maneras que no había imaginado o creído posible, al menos no para sentirlas en mi piel, he recibido noticias malas, he debido tomar rutas alternas para alcanzar mi norte, he aprendido variaciones en el concepto del amor, el desamor y la indiferencia, he ganado experiencia de todo ello, se han dado cambios trascendentales y he caminado por un sendero que, aunque quiero, siento que no voy a poder deshacer, he perdido y ganado batallas, he huido a conflictos que en su momento sobrepasaron mi capacidad de respuesta, he ganado guerras, me he enfrentado a rivales gigantes y, de alguna manera mágica, ahora son mis aliados y quizá en algún punto del futuro pueda decir que son mis amigos, mi concepción de muchas cosas ha cambiado de manera drástica, he vivido cambios, cambios que no busqué, cambios que por varios años viví rechazando y que al final, por una acción ajena, terminaron alcanzándome.

Infantilmente pensaba, o me gustaba pensar, que el mundo tenía muy definido lo bueno y lo malo, lo blanco y lo negro, lo claro y oscuro, me gustaba pensar que el lado bueno debía siempre prevalecer, supongo que eso nos venden en cada historieta y en cada película, cuesta acostumbrarse a la idea que hoy por hoy el mundo, para mi, se pinta de un hermoso color gris, con sus notas de colores en algunos lugares, sus partes sombreadas en otros lugares, escala de grises en algún punto del horizonte, pero gris.

Es bastante frustrante que con toda la capacidad de la que hago alarde me tenga que detener para ver cosas tan obvias, en principio pensé que era porque soy un tonto con suerte, pero la suerte al final no existe y me resumo como un tonto que va rápido…demasiado rápido, ese afán de alcanzar mi norte me ha hecho que avance por la vida y por las experiencias a velocidades demasiado altas, me estoy perdiendo el sabor de las cosas, de lo bueno, de lo malo, no basta con resumir un mundo gris y seguir…es importante entender porque, al menos para mi, adquiere ese tono. Es importante poder sentir las derrotas porque solo así se puede tomar nota para alcanzar la victoria, es importante sentir el sabor metálico y dulce de la sangre porque es una perfecta manera de recordar que a pesar de tanta maravilla, aun se es humano, son importantes muchas cosas que pasamos por alto y es muy importante saber cuando simplemente desacelerar.