lunes, 20 de abril de 2009

De compras

Un hombre y una mujer pueden ir juntos a muchos sitios. Pueden ir juntos al cine. Pueden ir juntos a la playa. Pueden ir juntos al Sáhara o a una pelea de gallos. Hasta pueden irse juntos a la cama. Pero donde jamás, jamás, jamás deben ir juntos es... de compras. No. En eso somos incompatibles.

Los hombres porque no aguantamos. Ellas, porque dicen que las estresamos. ¡Qué la estresamos!

De entrada, te engaña:
-Cariño, no vamos a tardar anda...
Y te tiras seis horas de compras.
Luego, te asusta: vas con ella por el pasillo del centro comercial y de repente...¡Abducción! ¿Dónde está? Miras a un lado y a otro...¡Ha desaparecido! Cuando la encuentras está como Spiderman, pegada
Al vidrio de un almacén:
-Pero mira qué suéter...

Los hombres somos diferentes. Nos interesan las cosas prácticas, útiles, realmente indispensables. Yo que sé: parrilladas, un reloj guapo, un teléfono con gps y a prueba de agua, otro reloj para la ropa que no es azul, una podadora de césped… Sí, no tengo jardín, ¿y qué?
¡Es tan bonito! Me lo llevaría a casa para pasarlo por el suelo de madera:
"Ueeeeeeeeggg...Ueeeeeeegggg".

Pero ellas no nos entienden:
- ¿Qué miras? Te paras en unos sitios... Y no nos entienden porque las mujeres van de compras, y los hombres vamos a comprar. Y no es lo mismo.

Comprar es:
"Deme dos camisetas blancas talla S".
E ir de compras es:
"sólo tengo siete horas para las trescientas treinta y nueve tiendas de este centro comercial y tengo que verlas todas, aunque no voy a alcanzar los otros dos centros comerciales, chuta me tocará volver a salir mañana"
¡Y luego somos nosotros los que las estresamos!

Una mujer puede estar toda una tarde de compras sabiendo de antemano que no va a comprar nada. Entra en la boutique y dice:
-Quiero probarme ese vestido, ése y ése.
Y va de camino al probador lanzando mensajitos:
-Lo veo un poco pequeño de arriba, y éste me va a hacer bolsas...
La vendedora se percata de que va de turista y que no le va a comprar nada, y pone cara de odio.
Pero a ella le da igual, y se prueba media tienda. A la hora y media, sale dejándoles todo como si hubiesen entrado los bomberos, y nada más pisar la calle comenta:
-Nunca compro en este sitio por lo desatentas que son las vendedoras...

Un hombre jamás hace eso. En cuanto te pruebas tres cosas, te sientes culpable; el dependiente también lo sabe, y se aprovecha de ti:
- Sí, sí, la chaqueta me gusta, pero es que creo que le valdría a
Pavarotti.
- ¿Que se la ve grande? No, hombre, grande no, es amplia, pero es su talla... usted es que es ancho de hombros, se nota que hace pesas, ¿eh?
- ¿Quién yo?
- ¿No? ¡Quién lo diría! Cruce así los brazos, ¿no se convence?
¡porque es su talla!
- ¿Y una tallita menos?
- No, sólo me queda esa talla, tengo que recibir, pero le quedaría pequeña... Y con esa chaqueta lo que le queda que ni pintado es cualquiera de estas dos camisas, llévese las dos, y esta corbata que le hace juego con los botones...
Si el dependiente es hábil te puede vender hasta tres chaquetas:
una negra, una azul y una fucsia, por si vas a Miami.
Cuando un hombre va a comprar, lo que quiere es acabar pronto:
- Deme usted unos zapatos.
- ¿Color?
- Negros.
- ¿Número?
- Cuarenta y tres.
Ya está.

Una mujer no. Si encontrara los zapatos en la primera tienda, se le estropearía la tarde. Disfruta buscando:
- Quiero un zapato mixto destalonado, tacón cubano, rojo, pero muy rojo, con reflejos anaranjados...
¡Toma, búscalos!
De compras con una mujer, te conviertes en el hombre objeto.
Concretamente, en perchero: en la puerta del probador, sosteniéndole el bolso y el abrigo, cargado con cuatro conjuntos y dos combinaciones. Ella se asoma y dice:
- Cariño, dile que te de una tallita más, y que si lo tiene en azul.
Pero eso no es lo peor de los probadores. Lo peor es saberte rodeado de mujeres desnudas de las que sólo te separa una cortina minúscula que se mueve continuamente. ¿Dónde miras para no parecer un mirón?
¡A las cortinas no! ¡A la dependienta tampoco! Te haces el aburrido.
¿Que está Ericka Vélez en bolas en la cabina de al lado? ¡Y a mí qué! ¡pues no me importa! A mí lo que me gusta es la lámpara del techo…y no le quitas la vista a la lámpara.

Y después de comprar, ¿quedan satisfechas?
¡No! Se siguen parando en todos los almacenes:
- Mira estos zapatos con tacón bajo, y más baratos, no me tenía que haber comprado los otros, pero como tú me andas apurando...

Una película se acaba, los viajes al Sahara o las peleas de gallos también...pero si quieren ustedes saber lo que es la eternidad, no tienen más que ir de compras con una mujer.
Ahora, que yo no se los recomiendo.

3 comentarios:

  1. Un hombre nunca debe acompañar a una mujer a ir de compras en realidad en mi caso a mi me gusta probarme varias cosas pero no porque me guste sacarme y ponerme ropa sino que quiero hacer una buena compra. Y claro no te voy a negar que por ahi me da un antojito asi que nada como una amiga para poder sentarte a tomar helados y conversar y tambien como consejera de moda.

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  2. Igual te encanta ir de compras jeje

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  3. Y cuando te va a comprar ropa a ti??? No eso no te queda ponte algo mas formal... no ese color te hace ver viejo... no ya no debes usar jeans para ir a la oficina... WTF!!! quien se va a poner eso tu o yo??? entonces quiero eso!!! ese modelo, ese color esa talla!!!

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