martes, 15 de diciembre de 2009

los regalos

Me acaban de regalar un bumerán.

¿A ustedes les parece que esto es un regalo? ¿Qué pensará de mí la persona que me ha regalado esto, que cazo canguros? Estuve a punto de decirle:

—Ponte a dar saltos, que voy a probar a ver si te doy...

Me la imagino en su casa: «¡Je! ¡Un bumerán...! Seguro que a éste nunca le han regalado un bumerán». ¡Pues claro que no, idiota!

Y es que cuando hacemos un regalo no pensamos en los demás: lo que queremos es ser originales. Por eso se han inventado las tiendas de regalos, y en navidad se vuelven un caos, por eso hay que ir a tiempo…sino casi no encuentran nada y terminarán regalándole a su mejor amigo un maldito bumerán

Las tiendas de regalos son unos sitios que están llenos de cosas que jamás pondríamos en nuestra casa, pero que, sin embargo, nos parece que estarían muy bien en las casas de los demás. ¿Acaso ustedes pondrían en el comedor de su casa un oscar de plástico con una etiqueta que dice: «Al mejor amigo»? ¡A que no! Pues se venden a montones en las tiendas de regalos.

Porque en estas tiendas todos los regalos son muy originales: ceniceros con forma de taza de váter, teléfonos con forma de hamburguesa, abridores con forma de culo... Su objetivo es que nada parezca lo que es. Que ahora que lo pienso... ¡a lo mejor el bumerán es una armónica!

Pero además de original, el regalo tiene que ser inútil, por eso hay delantales para hombres. Y relojes que te dicen la hora en Japón y en Australia; que dices: «¡Qué bien, en Australia ya son las ocho, me podría ir ahora mismo a tirar el bumerán!». O un pisapapeles, que éste también: ¿hay algo más estúpido? Menos un papel, todo lo demás puede ser un pisapapeles, hasta el abridor con forma de culo puede ser un pisapapeles.

¿Y esos masajeadores de ruedecillas de maderao de tagua “el marfil vegetal” (idiotas)? Cuando te lo regalan, te lo pasan un poco por la espalda y dices:

— Ah, pues sí que da gusto, sí...

¡Pero luego se van y el masaje te lo tienes que dar tú! ¡Pues vaya gracia! Es como si en vez de regalarte una cebra, ¡te regalan un burro y tarros de pintura negra y blanca!

Y el éxito del regalo son las tarjetitas con mensaje. ¡Para qué te vas a entretener tú escribiendo de puño y letra una tarjeta! ¡Para eso están los genios de la literatura! Hay una que lleva un mono saltando desde un trampolín que dice: «Me puedo saltar muchas cosas...», la abres y pone: «Excepto tu cumpleaños». Esto no se te hubiera ocurrido a tí ni en un año...

De todas formas, hay que tener cuidado, porque algunos quieren ser tan originales que se pasan, como el novio de una amiga mía que va y le dice:

— Oye, cariño, ya sé lo que te voy a regalar para el aniversario: una liposucción de caderas.

— Como siempre estás diciendo que tienes ahí dos pistolas...

— ¡Tú ya no me quieres!

— Sí te quiero, por eso quiero que te quites las pistolas...

—Paco (nombre protegido), como vuelvas a decir esa palabra...

—¿Qué palabra? ¿pistolas?

Y se separaron. ¡Toma! ¡Por original!

Ahora mi amiga se ha quitado las pistolas y se ha puesto tetas, porque una cosa es que te toquen las pistolas y otra que tú te los cambies de sitio.

Y es que hay que saber lo que es un regalo y lo que no. Por ejemplo: se puede regalar un queso, pero no se puede regalar un queso crema... Eso no es un regalo... ¿Y un desodorante es un regalo? No. Pero una colonia, sí, aunque sea de la barata...

Aunque hay una fórmula para convertir cualquier cosa en un regalo: que sea de viaje. Por ejemplo: si regalas un cepillo de dientes, no es un regalo, es una indirecta. Pero si el cepillo se desmonta y se mete en una funda, ya es un regalo, ¡como es de viaje...! Por culpa de esta fórmula, la gente te regala pantuflas de viaje, planchas de viaje, despertadores de viaje... ¡Carajo, que te regalen el viaje!

Otro tipo de regalo son los «regalos de empresa», que llega Navidad y dices: «¡Nos darán una canasta!». Pero lo que te dan es una carpeta manila, con una bonita frase: «En esta empresa nos podemos olvidar de muchas cosas... menos de sus empleados». Esta frase es de los mismos genios de las tarjetitas, sólo que en vez de la foto del mono está la foto del presidente de la empresa.(vamos que solo cambiaron el animal)

Si es que ni siquiera cuando le llevamos un regalo a un enfermo pensamos en él. ¿Por qué le regalamos al pobrecito chocolate, que es malísimo para todo, y no unos espárragos que son buenos para el colesterol?

Hay una forma muy fácil para saber si un regalo le gusta a la otra persona o no: si repite el nombre, es que no le gusta:

—Ay... una yogurtera... Qué bien... ¿Cómo has notado que en mi casa nunca hay yogures?

Si un amigo pintor te regala un cuadro, te cagas, ¿qué haces? Muy fácil:

—Todavía no he encontrado el sitio adecuado...

Vamos a ver si lo hemos entendido: ¿una corona de muerto es un regalo o no es un regalo? Pues sí, porque tiene todas las características: es original porque nunca antes te la habían regalado, es de viaje, tiene lacito, tiene dedicatoria y viene en fecha señalada. O sea, que como ven no es tan fácil hacer un regalo.

Ahora que ya puestos a tono con esto de dar regalos, pienso (de forma muy particular) que los mejores regalos son aquellos que hace uno mismo, que no requiere de envoltura ni hay que diferir con la tarjeta hasta la siguiente navidad, aquel regalo que en pareja se disfruta mejor…

En fin:

2 comentarios:

  1. Hola, queria invitarte a que agregues tu blog a soyecuatoriano.com
    es un directorio de webs y nos gustaría que estuvieras.
    saludos

    Diego

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  2. lo del bumerang me parece un buen regalo! con tanto asalto en guayaquil es una excelente arma para probar destrezas! jejeje muy buena nota!

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