sábado, 23 de febrero de 2013

Un comienzo intermedio


Pasaba la tarde como tantas tardes han pasado junto al viejo ceibo que todos admiran, a sus pies, o sus raíces, una pequeña plazoleta a la cual el mismo nombre le queda grande y junto a ella una cafetería, un lugar de encuentro para muchos, un lugar para iniciar las mañanas, en nuestro caso, un punto final en el largo recorrido. En una mesa, sentada, concentrada en su taza de café, doble, muy caliente, se encontraba una bruja, pero no de aquellas brujas que nos ha pintado la tradición oral y las películas infantiles, no, ella era una bruja muy guapa, con el cabello rizado, mirada transparente, ojos color miel que podían atravesarte las ideas…y el corazón, aquellos ojos se perdían en el liquido oscuro que contenía la taza, la hora de encuentro ya había pasado hace mucho, pero no se inmutaba, sabía que en cualquier momento sus dos acompañantes deberían aparecer, además, no tenía prisa, el lugar era agradable, la tarde con un frio acogedor y el viento agitaba las ramas del viejo ceibo y barría las hojas que caían sobre una calle cercana.

Junto al ceibo, arrimado de mala manera se encontraba un guerrero, a simple vista nadie podría decir que lo era, pues no lo parecía, al igual que con la bruja, el cine y los cuentos nos han hecho pensar en un guerrero como alguien fornido, agresivo y con actitud dominante, nuestro personaje, por el contrario, no era más alto que el promedio, con el cabello largo que caía sobre sus hombros de forma descuidada, ojos oscuros que no dejaban de fijarse a lo lejos en la bruja y en su mano izquierda un tabaco, un tabaco especial que era de los únicos que consumía, se enderezó y caminó hacia el café, con pasos lentos, como quien quisiera demorar lo máximo posible su llegada, se detuvo, pensó en devolverse junto al ceibo y seguir ahí, ocupado estaba en sus pensamientos, en lo que haría o lo que hará, súbitamente, una ráfaga de viento proveniente de su lado izquierdo lo saco de su estado. Por la calle que desembocaba en la plazoleta venía caminando un sujeto alto, vestía con traje, caminaba a paso largos pero sin acelerar, sus movimientos muy lentos y confiados, su mirada se alternaba entre la bruja y el guerrero, sus ojos cambiaban con la luz del sol en medida de la incidencia de sus rayos.

El rastreador ha llegado, dijo la bruja dirigiéndose al guerrero, mientras observaba como el rastreador se acercaba a ellos con una sonrisa.
No me parece que el motivo que nos reúne sea motivo de alegría, mucho menos para ti, dijo el guerrero, mientras extendía su mano para saludar al que recién llegaba.

El rastreador era un sujeto diferente, podía hacer lo que se conoce como magia, pero no era mago, podía pelear ferozmente, pero no era guerrero, era un experto en planificación, pero no era general, lo era todo pero no tomaba el crédito por ser nada, esa era su esencia, ser completo para las diferentes tareas que había tenido que enfrentar en sus vidas y los cientos de años que cada una había durado, ahora, fuera de su plano, ajeno a su tiempo, su mundo y su gente, sólo quedaba algo por hacer…

Dante les ha ganado, dijo la bruja, y ustedes dos no pudieron detenerlo, les recriminó mientras dirigía fuertes miradas con aquellos ojos color miel que brillaban bajo la luz de la agonizante tarde. El guerrero intento excusarse, pero fue interrumpido por el rastreador, quien puso cada una de sus manos sobre el hombro de sus acompañantes y les dijo que nada pasa porque sí, todo pasa por algo, la sucesión de eventos que los han traído hasta este punto no pudieron ser previstos, quizá varios puntos pudieron ser evitados, varios puntos fueron evitados en otros planos, incluso, se apresuró a acotar, hay planos donde todo esto no paso y nosotros no estamos reunidos conversando o no nos hemos reunido… aún, pero uno no elige en que plano nacer, dejó pasar una pausa para que sus palabras terminaran de cruzar el silencio de la tarde y pudieran asentarse en la mente de sus acompañantes. El guerrero le dijo que sí se podía elegir y que él había decidido quedarse en el plano del rastreador, que buscaría una buena familia y volvería a nacer, vivir vagando por planos no es algo a lo que quiera dedicarle la eternidad, además, completó, cuando muera volveré acá, al no tiempo. A la bruja se le humedecieron los ojos, bajó la mirada, buscando, sin éxito, evitar un momento triste, olvidarás todo lo que has vivido, le dijo al guerrero mientras se llevaba las manos a la cintura, volverás a la vida y al año no recordarás quien eres ni de dónde vienes, pero volveré, le dijo el guerrero, yo ya no estaré, sentenció la bruja. El rastreador los miraba divertido, al darse cuenta de ello, ambos, la bruja y el guerrero le reclamaron de forma airada, el rastreador sólo pudo sonreír al tiempo que se explicaba, hace 5 años de mi tiempo, cientos de años fuera de mi plano, mis conocimientos de lo que existe y no existe era muy limitado, seguro es que nos volveremos a ver, si quieres volver a nacer y vivir plenamente con todo lo bueno y malo que ello conlleva, adelante, es tu oportunidad y tu derecho, el guerrero sonrió, el rastreador, abrazando a la bruja y apegando la cabeza de ella contra su pecho, le dijo que cuando llegue el momento ella también podrá elegir volver a nacer y podrá elegir el plano que quiera y de seguro la nueva persona que sea, también aprenderá, de una forma o de otra, que hay mucho más de lo que se puede ver a simple vista, y tú que harás, dijo la bruja tomando los brazos del rastreador, yo tengo aún mucho por delante, Dante no puede ganar tan fácil, pero tampoco puedes derrotar en unos años a quien lleva preparándose milenios, confío que ayudarás a la normal a cuidar del niño y si todo llegase a salir mal, ya sabes las recomendaciones que te he dado, la bruja asintió como si lo que acordaron hubieran sido órdenes precisas y concisas, finalmente el rastreador se dirigió al guerrero y le dio un apretón de manos, gracias por todo, le dijo, ha sido una gran aventura y sólo estamos comenzando, Dante ha acordado que te dejaremos definir tu vida, o tu nueva vida, antes de volver al asunto que nos ocupa, visitarás tu plano, interrumpió el guerrero, tengo pensado hacerlo, visitaré mi plano varias veces y ya las irás sabiendo, aún hay cabos que atar y lazos que cortar, pero ya no soy quien decide, hemos logrado muchas concesiones por parte de Dante y hay que ser más astutos e inteligentes que un demonio de más de tres mil años, dicho esto se despidió con una gran sonrisa, la bruja y el guerrero pensaron para sí mismos que esa sonrisa más que expresar alegría, buscaba brindar confianza y tranquilidad de cara a los terribles hechos que estarían por enfrentar, cada uno desde su propio espacio, quizá al final no era el fin, sino sólo un nuevo comienzo, o como lo dijo el rastreador mientras se alejaba: un comienzo intermedio.

Una bruja, un guerrero y un rastreador se reunieron, se están reuniendo, se reunirán o aún no se han reunido, las maravillas del no tiempo.

sábado, 1 de diciembre de 2012

El chuchaqui moral y yo...


A dúo con mi alter ego, desde dónde quiera que esté…

Quienes me conocen saben muy bien que no soy muy apegado a la bebida, que no es condición sine qua non para divertirme o pasar un buen rato con quienes me son dulcemente próximos o menos amargamente cercanos, saben también que no soy fanático de la cerveza y que la sola idea de una panza bielera producto del uso y el abuso de la cebada es algo decisivo al momento de decir: “no, gracias”… y que le puedo hacer si tengo el “no” fácil. 

Sin embargo, lleno de tribulaciones está el camino del piadoso y como la mayoría de mortales he tenido mis encuentros fatales con el alcohol, para mí es imposible decirle que no a un buen vino y por “buen” me refiero a que: 1) no sea de este mismo año ni del año anterior y 2) que no sea de cartón. En lo demás no soy exigente, pero me derretiré ante un vino europeo, no porque lo latinoamericano no valga sino porque en Latinoamérica aún sacrificábamos gente cuando en Europa se reunían a cerrar la tarde de la mano de un vino, no más.

Pero no me alejaré del tema, el titulo dice chuchaqui moral y ustedes, lectores fieles, conscientes y amistosos ya han leído dos párrafos y aún no hay un ápice de la miseria que suele acompañar la anécdota de un buen chuchaqui moral, y yo, cumplidor como me considero no quiero que se sientan defraudados, que usé falsa publicidad o que simple y sencillamente les vi la cara de pendejos.

Hace un tiempo visité Quito, debo admitir falto de pena que la prefiero por sobre Guayaquil, su gente, sus espacios, tantas amistades que tengo allá, sus bares, su paisaje, su clima, su vida bohemia y he ahí la raíz de mis males. Pasa y sucede que decidí pasar una semana allá, despejar la cabeza, buscar un poco de calor humano entre faldas curuchupas que al primer calor costeño se encienden y son capaces de agotar todas las existencias de ácido láctico del cuerpo, esas tranquilitas que en una habitación cálida, contextualizada y con luz tenue son la antesala de un vaivén entre cielo e infierno. El alcohol no pudo faltar, y mis amistades tan atentas y amables lo consiguieron en todas las presentaciones, tamaños y colores, siempre me ha gustado preparar cocteles porque me asegura ser el que menos bebe de todos y de este modo darle chance a mi organismo a que descarte el alcohol tal y como sólo él lo sabe hacer, pero no me funcionó, mis amigos sabiendo de mis trucos y artimañas se adelantaron y bebimos lo que había, como había, sin decoraciones ni mezclas endulzantes que puedan apaciguar el infierno etílico que se desataba. Empezamos con cerveza, ron de diferentes marcas, la mezcla de ron y cola esbozando un cuba libre que dio origen a un mareo pseudolibertario, las canciones más ridículas hicieron nido en mi atontado cerebro, mi voz pésimamente dotada intentó imitar aquellas melodías y letras lastimeras, le siguieron ríos de vodka, jugo de naranja de cartón, frenéticos los brazos se agitaban de arriba hacia abajo o viceversa subiendo con el brebaje en vasos y bajando vacíos listos para otra tanda de veneno, mi cuerpo daba señales que su capacidad de metabolismo estaba cercana a ser superada, traté de calmarlo con un par de tacos de carne y pollo, pero fue en vano, ya puestos en el mexican mood no tardó en hacer acto de presencia el tequila y su especial característica de marearte en cómodas cuotas y con muchos intereses, luego de varias horas y ya entrados en la madrugada los ánimos se calmaron y todo pareció terminar, pero de equivocaciones poblamos nuestras certezas, no faltó un amable y entrañable compañero manaba con dos galones de puro extraído de la caña, varios amigos en el piso, inconscientes, colorados, sonrientes, varias amigas sin inhibiciones y nosotros, los últimos en pie o tratando de estarlo, listos o a medias, para enfrentarnos a aquel brebaje foráneo, luego de media docena de tragos el caos se detuvo… no más acidez, no más dolor punzante en la boca del estómago, no más carreras vertiginosas ni el mundo convertido en un gigantesco tagadá, simplemente la nada.

De lo ocurrido esa noche dieron buena cuenta y detalle los dueños de casa, guardias, policías y vecinos. De un grupo de desadaptados corriendo sin zapatos y con poca ropa bajo la lluvia por las calles aledañas al condominio, de puertas golpeadas a altas horas de la madrugada, de risas estruendosas, de mucho humo que todos rogamos y esperamos haya sido incendio o tabaco, de objetos rompiéndose, de gritos, de peleas, insultos, de todo cuanto no recordaremos pero sabremos que pasó por testimonios ajenos, grabaciones, fotos y un par de huellas en nuestros maltratados cuerpos.

Potasio, calcio, complejo b, analgésico y mucha agua, la vergüenza y el destierro de aquel condominio, el no levantar cargos con la condición de que jamás volvamos. La huida con la cabeza agachada, la mirada perdida, el cerebro atontado y el sabor amargo de mi peor chuchaqui moral.

viernes, 10 de agosto de 2012

El hola eterno


Sacar el teléfono, navegar entre la lista de nombres, leer incluso el nombre de personas que no sé si aun viven,  el aburrimiento hace que revise los nombres de las personas a las que puedo molestar, puedo escribirle a muchos con un “que tal” o un “que hay”, pero  su nombre aparece, y el surfeo del celular se detiene, escribir o no escribir ahí está el dilema, que decir, que no decir, ¿Cuántas palabras se necesitan después del hola para no parecer un estúpido?
Hola, ¿cómo te va?...¿y si no contesta?, ¿y si contesta?...es interesante que aun después de toda el agua que ha pasado debajo de mi puente aun me sienta como un chiquillo, para ciertas personas el temor al rechazo desaparece después de los 500 rechazos, a otros nos toma un poquito más.

Hola, esta noche quiero escribirte, pero no por aburrimiento, quiero escribirte por cada una de las veces que me he detenido en tu nombre, por todas las veces que he intentado escribirte y me he quedado sin saber que decir después del hola, sin saber cómo empezar la conversación, y aun así, hoy no sé qué decirte, no puedo decirte que te quiero porque no sé qué es lo que siento, puedo decirte que pienso en ti porque de hecho lo hago cada vez que escucho la radio, no sé que tienes que me atraes, me hechizas, llevo tu aroma en cada lugar, el recuerdo cálido de tu sonrisa y tu mirada tan serena, tan brillante, como una estrella…tan lejana.
Entonces espabilo y decido que lo mejor es llamarte, pero me engaño, escribirte implica un pseudo anonimato  que la llamada arruina, otra vez el dilema: ¿qué te digo?, y utilizo una excusa, te pregunto alguna tontería, algo que seguramente piensas que ya sabía, y no ves la necesidad de mi llamada, lo siento en la forma en que me explicas y mientras hablas siento como interrogas el verdadero motivo por el cual te llamo, quizá no es así y la culpabilidad de mi débil excusa revela mis pensamientos por medio del tono de mi voz, de forma atropellada aseguro haberte entendido, sonríes, quizá porque sabes que es un ardid, no me conoces, pero sabes que no soy de los que hacen las cosas porque sí, sabes que hay un motivo, susurras un hasta pronto y tu sonrisa se desliza como un rayo entre mis neuronas, el remedio fue peor que la enfermedad: haberte escuchado no me quitó la pica de saber de ti, al contrario me hizo creer que sabes en que línea me muevo, me hizo pensar que no te disgusta, me produjo la sensación equivocada de que algunas veces las estrellas se pueden alcanzar.

Hola, no tengo nada que preguntarte, solo te escribo para decirte que estoy pensando en ti…

martes, 24 de enero de 2012

Insomnio

Este episodio de mi vida se llama: i’m back baby

Es impresionante la cantidad de cosas que pasan por la mente de una persona que no puede dormir, desde el desesperante tic tac del reloj de la sala que tu juras puedes escucharlo incluso desde el baño, todas las cosas que has hecho y que, de algún modo, juras que ahora las podrías hacer mejor, episodios pasados, conversaciones pendientes, temas tratados, gente y más gente, lo curioso del asunto es que en el día ni se te ocurre pensar en nada de eso y al final terminas recordando cuando tenías un blog y cuan catártico era escribir…y aquí estoy.

Una de las cosas que más recuerdo son aquellas conversaciones con aquellos personajes que en su momento llenaron el espacio de figura paterna, un espacio tan importante, según los psicólogos, que de no llenarse correctamente me fallaría la terraza, terminaría practicando deportes demasiado violentos, tendría tendencia a saltar de lugar en lugar, tendencia a reacciones violentas, problemas con la autoridad, no sería pilas y un montón de notas más…exceptuando lo de pilas, en lo demás acertaron, pero a mi que chuchas si así soy feliz y los que me vengan con tonteras se pueden ir a la… ejem…ok, el asunto es que si bien mi padre ha sido, es y posiblemente será el gran ausente en mi vida, he tenido la suerte de contar con personas valiosas que han aportado con lo mejor a mi formación, aunque muchas veces no les fue muy bien.

Cierto día mi abuelito me dijo que a una mujer no hay que entenderla, sólo quererla…en aquella época esa frase estuvo lejos de mi entendimiento, pero ahora, años después lo entiendo tan bien que cada vez que veo que Ella llega tarde con su sonrisa de oreja a oreja y sus ojitos brillantes sé que estoy jodido con tremenda impuntual, jodido pero contento. Incluso cuando discutimos por algún tema que no me dijo, pero jura que si me dijo y aun cuando le pruebo que no me dijo me sigue diciendo que si me dijo la primera vez que me dijo y que incluso dijo dos veces lo que dijo porque dijo que no le estaba tomando asunto, incluso ahí, recuerdo las palabras de mi abuelito…y aunque me cabreo (algo muy usual dada mi paciencia espartana) me alegro de tener a alguien que me puede llevar del amor al odio y otra vez al amor en unos cuantos minutos…y con unos cuantos besos de por medio.

Son tantas las cosas que me han enseñado y que poco a poco cobran sentido que si me pongo a escribirlas todas no tendría material para revivir este blog, así que actualizando: este 2012 ha empezado flojito flojito, pero de a poco parece que se pone interesante, he conocido gente increíble, me he hecho tuitero (dizque) @charlie_ec, ahora práctico paintball, sí un deporte violento como los psicólogos dijeron que sucedería, pero me gusta, tengo a alguien en mi vida que me alegra los días, las noches y espero que pronto una que otra madrugada, parece que al final después de la tormenta viene la calma, pero quienes medio me conocen saben que odio los días calmados.

Ah! Está lloviendo y eso me pone de un humor especial, y ahora tengo la nota de aprender a surfear.

domingo, 9 de octubre de 2011

Desacelerando

Este episodio de mi vida se llama: análisis

Hace poco una gran amiga me dijo: “espero que algún día empieces a ver a las personas como seres con emociones y sentimientos y no como simples objetos para tu diversión”.

En el momento no le di importancia y lo archive como tantas cosas que nos dicen o decimos a lo largo del día, pero al final en el recuento de lo vivido, escuchado, visto y aprendido me queda el mal sabor de estar perdiendo la perspectiva, que tal si tiene razón, que tal si en cierto punto he empezado a despersonalizar a quienes me rodean y he dejado de verlos como humanos perfectamente imperfectos, debo admitir que dentro de mi saco de errores y defectos está, invariablemente, la tendencia a medir a todos bajo mis principios y la arrogante concepción de una regla de comportamiento, al final solo me siento un imbécil más del grupo de imbéciles que alguna vez, lejana en mi memoria, juré combatir.

En los últimos meses muchas cosas han cambiado, he sido golpeado de maneras que no había imaginado o creído posible, al menos no para sentirlas en mi piel, he recibido noticias malas, he debido tomar rutas alternas para alcanzar mi norte, he aprendido variaciones en el concepto del amor, el desamor y la indiferencia, he ganado experiencia de todo ello, se han dado cambios trascendentales y he caminado por un sendero que, aunque quiero, siento que no voy a poder deshacer, he perdido y ganado batallas, he huido a conflictos que en su momento sobrepasaron mi capacidad de respuesta, he ganado guerras, me he enfrentado a rivales gigantes y, de alguna manera mágica, ahora son mis aliados y quizá en algún punto del futuro pueda decir que son mis amigos, mi concepción de muchas cosas ha cambiado de manera drástica, he vivido cambios, cambios que no busqué, cambios que por varios años viví rechazando y que al final, por una acción ajena, terminaron alcanzándome.

Infantilmente pensaba, o me gustaba pensar, que el mundo tenía muy definido lo bueno y lo malo, lo blanco y lo negro, lo claro y oscuro, me gustaba pensar que el lado bueno debía siempre prevalecer, supongo que eso nos venden en cada historieta y en cada película, cuesta acostumbrarse a la idea que hoy por hoy el mundo, para mi, se pinta de un hermoso color gris, con sus notas de colores en algunos lugares, sus partes sombreadas en otros lugares, escala de grises en algún punto del horizonte, pero gris.

Es bastante frustrante que con toda la capacidad de la que hago alarde me tenga que detener para ver cosas tan obvias, en principio pensé que era porque soy un tonto con suerte, pero la suerte al final no existe y me resumo como un tonto que va rápido…demasiado rápido, ese afán de alcanzar mi norte me ha hecho que avance por la vida y por las experiencias a velocidades demasiado altas, me estoy perdiendo el sabor de las cosas, de lo bueno, de lo malo, no basta con resumir un mundo gris y seguir…es importante entender porque, al menos para mi, adquiere ese tono. Es importante poder sentir las derrotas porque solo así se puede tomar nota para alcanzar la victoria, es importante sentir el sabor metálico y dulce de la sangre porque es una perfecta manera de recordar que a pesar de tanta maravilla, aun se es humano, son importantes muchas cosas que pasamos por alto y es muy importante saber cuando simplemente desacelerar.