lunes, 11 de abril de 2011

Distancia...

Tomar distancia puede ser tan necesario para un enfoque como para un reenfoque, distanciarse demasiado puede, por el contrario, producir un desenfoque. Al final todo radica en dosis, cantidades, mediciones, cálculos, ideas y porque no, su forma de medirlos o de expresarlas.

Desde el espacio la esfera azul flota tan pacifica, tan calmada, a la distancia suficiente para que nuestro campo visual la tenga contenida por completo, parecería que nada se moviera, a esa distancia nada puede salir mal, a esa distancia es mucho más apacible, pero no menos inquietante.

Usualmente las personas debemos hacer paréntesis en nuestras vidas, en vidas más agitadas y frontales es necesario no un paréntesis sino un punto y aparte, al volver todo a la normalidad podemos darnos cuenta que vemos nuestra vida, nuestro mundo y todo cuanto en el existe de una manera más clara, más amplia, como si le hubiéramos realizado un lavado de cara mental y sabemos, quizá por vez primera, que los paradigmas infranqueables que nos hicieron alejarnos son ahora simples detalles sin mayor importancia que pueden solucionarse de un plumazo.

Hace varias semanas me encontraba sentado en el comedor de la empresa, sumido en mis pensamientos, haciendo malabares con varias ideas, cuando sin notarlo una persona se encontraba junto a mí, intentando entablar una conversación

– ¿que estamos haciendo? - preguntó -.

Sin saber a qué se refería contesté que tomando la hora de descanso de la comida, y, pensando que pretendía echarme, le dije que pensaba tomarme toda la hora porque igual la empresa me descuenta esa hora del sobretiempo, sonrió de una forma cálida, entendiendo que no había comprendido su pregunta, y con una paciencia que solo reserva para sus estudiantes contestó:

-Me refiero a que estamos haciendo de manera global en esta empresa.

Pues yo atiendo enfermos y heridos, atiné a contestar de manera rápida, aún cuando en mi interior sabía que su pregunta iba más allá de lo que pensaba, -¿que más?-, inquirió, como sospechando que yo tenía la respuesta que él buscaba, pero no se la quería dar, nada más, contesté, tratando de negarme a participar en una sesión de preguntas y respuestas sin sentido, sonrió con una gran carcajada que abarcó todo el comedor, luego, de una forma amistosa puso su mano sobre mi hombro y como si me contara una confidencia dijo: “muchacho, aquí estamos construyendo un puente, un puente, ¿sabes lo que significa eso?”, pretendiendo ser un poco simpático, contesté que significaba que la ciudad ya no sería un caos a las horas pico, sonrió cálidamente otra vez, y como si fuese una de sus clases empezó a hablar de forma pausada, asegurándose ser escuchado.

-“Construir un puente es hermanar, unir comunidades, es extender una línea de comercio, comunicación y paz, construir un puente es agilizar el progreso de dos ciudades, suministrarle sangre nueva, oxigenar sus componentes más esenciales, quién vive cerca de un puente nunca tiene una vida aburrida y quienes construimos puentes nunca dejamos de aprender”-, cada palabra suya iba acompañada de expresiones con sus manos, como si dibujara en el aire cada cosa que decía, por momentos sus ojos se perdían en el techo, pero parecían ver mucho más allá, parecían viajar en el tiempo y espacio a su salón de clases, al que, como aseguró días antes, debía en algún momento regresar.

-¿Conoces la historia del constructor de cercas?-, preguntó, pero sin esperar mi respuesta comenzó: Es es la historia de dos hermanos que vivieron juntos y en armonía por muchos años.
Ellos estaban en granjas separadas.
Un día tuvieron un conflicto. Comenzó con un pequeño malentendido y fue creciendo hasta que explotó en un intercambio de palabras amargas seguido de semanas de silencio.
Una mañana alguien llamó a la puerta de Luis.
Al abrir la puerta, encontró a un hombre con herramientas de carpintero:
- "Estoy buscando trabajo por unos días -dijo-; quizás usted requiera algunas pequeñas reparaciones aquí en su granja y yo pueda ser de ayuda en eso".
"Sí" -respondió el mayor de los hermanos-, tengo un trabajo para usted.
Y explicó:
- “Al otro lado del arroyo, en aquella granja, vive mi hermano menor. La semana pasada había una hermosa pradera entre nosotros pero él desvió el cauce del arroyo. Él pudo haber hecho esto para enfurecerme, pero le voy a hacer una mejor".
Y continuó:
- “¿Ve usted aquella pila de desechos de madera junto al granero? Quiero que construya una cerca de dos metros de alto, no quiero verlo nunca más."
El constructor le dijo:
- "Creo que comprendo la situación".
El hermano mayor le ayudó al carpintero a reunir todos los materiales y dejó la granja por el resto del día para ir por provisiones al pueblo.
Cerca del ocaso, cuando el granjero regresó, el constructor justo había terminado su trabajo.
El granjero quedó sorprendido. No había ninguna cerca de dos metros. En su lugar había un puente que unía las dos granjas a través del arroyo. Era una fina pieza de arte, con todo y pasamanos.
En ese momento, su hermano menor, vino desde su granja y abrazando a su hermano mayor le dijo:
- "Eres una gran persona, mira que construir este hermoso puente después de lo que he dicho y hecho...”.
Estaban en su reconciliación los dos hermanos, cuando vieron que el constructor tomaba sus herramientas.
- "No, espera, quédate unos cuantos días, tengo muchos proyectos para ti", -dijo el hermano mayor al constructor-.
- "Me gustaría quedarme -respondió el constructor-, pero tengo muchos puentes por construir...".

Una vez concluida su historia pareció regresar a este planeta, me miro de una forma paternal diciendo: -¿Entiendes ahora cuán importante es construir un puente?, seguramente tu futuro no está aquí, con tu edad debes tener más aspiraciones, metas y planes, pero donde vayas habrán puentes que construir, aún cuando te pidan, o sea lo más sano o fácil, construir murallas, se levantó y encendió uno de sus cigarros chinos, me dio un par de palmadas en la espalda y se fue.

Ese y varios momentos más han quedado galvanizados en mi memoria, están dentro de mi mente como un poco de lo mucho que he aprendido en este paréntesis que ya está por cumplir seis meses. Con un criterio mejorado, con una óptica más amplia, comprendiendo, por fin, las palabras de una gran amiga: “no queremos que la situación cambie, queremos que la situación mejore”. Creo que es tiempo de empezar a alistar todo para volver.

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