Hoy quise escribir sobre unos pequeños objetos a los que no se les trata con el cariño que se merecen: las pilas. Que son como el papel higiénico, o como la paciencia de las madres; solamente nos acordamos de ellas cuando se acaban. Estás escuchando tu discman lleno de felicidad (sí aun conservo mi discman, tiene un valor sentimental y se llama Francisco, para los panas Pancho) y de repente la niña de la opera de Praga se convierte en la Niña del Exorcista y se acaban las pilas. ¿Y qué hacemos entonces? ¿Bajamos a comprar más?... De eso nada, es que no hay tiempo, las necesitas ahora. Es como cuando se te acaba el papel higiénico, las necesitas en ese momento. No vas a bajar a la tienda con el pantalón por los tobillos, ¿Oiga, por favor, tienen papel higiénico?. Sí, es al fondo. Noooooo…
Recorremos toda la casa buscando cosas que funcionen con pilas; o sea, estás tan desesperado que te encuentras a tu abuelo durmiendo y te preguntas: ¿Pasará algo si le quito las pilas del marcapasos? Total, ahora está durmiendo. ¡No va a marcar ningún paso!, No, sigues buscando, y la primera pila que cae siempre es la del despertador; que yo me pregunto: ¿Para qué le ponen pilas al despertador, si le quitas la que tiene, le pones la gastada y sigue funcionando perfectamente?
Bueno, pues tienes que encontrar otra cosa que siempre funcione con pilas... Mmm, ¡ya está! El control remoto de la tele. Pues no, porque el control remoto de la tele nunca tiene pilas, siempre están gastadas; lo que pasa es que no lo queremos reconocer. Tú aprietas el botón y no cambia de canal; y dices, eso es que no he apretado lo suficiente con el dedo. Clavas el dedo y no cambia y dices: eso va a ser el ángulo O sea, te estiras, te retuerces, te vas acercando y al final aprietas el botón de la tele con el control remoto. ¿Y cambias las pilas?.
¡No!, ¡para qué!, si funcionan perfectamente; lo que pasa es que “hay que encontrarle el ángulo”.
Sigues buscando y consigues reclutar tres pilas, la del despertador, la de la calculadora y la del reloj de la cocina…que esa es fantástica, porque no sabías ni que existía, pero, necesitas cuatro. Y no pierdes la esperanza. Si tres funcionan, una está gastada,... son mayoría ¿no?. Malo será.... Pues no, porque cuando no se puede, no se puede, y el discman no funciona.
Y a esa pobre pila gastada le tiene que entrar una depresión... Yo imagino a las otras tres: va, que no pasa nada, tranquila, que no pasa nada,... Y ella: es que no lo entiendo, les juro que es la primera vez que me pasa. Y lo malo es que ahora las cuatro pilas están gastadas, sí, porque para estas cosas las pilas son muy suyas, muy amigas, son como las manzanas; aunque tengas tres que funcionen como las pongas con una que está podrida, te jodiste...
Y el problema es: ¿qué haces ahora con todas esas pilas gastadas?
Porque antes no pasaba nada, yo de pequeño las chupaba, las mojaba, las mordía, las tiraba al fuego y nunca me pasó nada; pero ahora como no las tratamos con cariño las pilas han decidido hacerse venenosas.
Hoy en día tirar una pila gastada a la basura es más peligroso que meter a Herodes en Disneylandia, incluso se han vuelto crueles. Tienen hasta su propio día de la venganza de las pilas; el siguiente día de navidad, todos los niños del mundo abriendo los regalos a la vez, y todos a la vez: papá ¡no tiene pilas!, ¿dónde están las pilas?, ¿y las pilas?, ¿Dónde están las pilas? Las pilas, ¿qué donde están las pilas? En el despertador, en la calculadora, en el reloj de la cocina,...Y en el marcapasos del abuelo.
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