domingo, 17 de mayo de 2009

Tener razón

Quiero contarles lo que más placer da en el mundo y no es el sexo, ni la comida, ni el dinero, ni que te rasquen la espalda justo donde te pica... Lo que más placer da en el mundo es tener razón. ¿A que sí? ¡Ja! ¡Qué gusto da que te den la razón! Por cierto: ¿se han fijado en que siempre que tenemos razón decimos: «¡Ja!»? Éste es el sonido universal de tener razón: «¡Ja!».

Por ejemplo: vas en el carro con tu mujer a casa de su madre. Y tú le dices:
—Cariño, para en esta gasolinera que vamos con poca gasolina.
—No, que llegamos de sobra, y además a mi madre se le pasa el seco.
-—Cariño, no te pongas tonta que no llevas gasoliiiiiiiina...
—¡Desde luego tú... con tal de joder a mi madre...! ¡Te he dicho que llegamos de sobra!
¿Que llegamos? A los diez minutos te ves caminando por la calle, muerto de frío, con una lata vacía en la mano, pero más contento que piojo en cabeza de hemofilico: «¡Ja! ¡Anda que el seco se habrá quedado bueno! Que llegamos de sobra, que llegamos de sobra... ¡Toma sobra!».
Y es que hasta las desgracias te duelen menos si tienes razón.

Estoy seguro de que en el Titanic hubo alguien que dijo:
—Este barco se puede hundir...
—¡Mira loco, este barco es un transatlántico insumergible, para que te enteres!
—¡Pues yo te digo que se puede hundir... como se nos cruce un iceberg o cualquier cosa de ésas... nos hundimos seguro!
Y, claro, cuando naufragó, el tipo dijo:
—¡Ja! ¡¿Ves como yo tenía razón?!
Y fue nadando de bote salvavidas en bote salvavidas, diciendo:
—¡Yo tenía razón, glu, glu, glu...! ¡hazte a un lado que yo tenía razón, glu, glu, glu!
—Pues ahógate con tu razón, ¡pendejo!

Tener razón es más importante que cualquier otra cosa. ¡Más importante que el sexo! Estás con tu chica a punto de hacer el amor y entonces ella dice:
—Cariño, has dejado la cisterna corriendo.
—Yo no he sido, la última has sido tú.
—¿Yo? Pero si eres tú el que te dejas siempre todo a medias...
En este momento tienes que elegir entre tener sexo o tener razón. Y eliges:
—¡Pues que conste que has sido tú, porque yo llevo el condón puesto desde hace una hora! ¡Ja!
Y ése es el único gemido que vas a soltar esa noche. Pero te da igual, ese «¡Ja!» es como un orgasmo, te dan ganas hasta de encenderte el cigarrito.

La razón también es más importante que el dinero, a veces dices alguna pendejada sin pensar:
—Pues Alejo y Valentina son cuatro.
—¡Pero qué dices, hombre, son dos!
Tú sabes que la has cagado, pero ya no te bajas del burro:
—Pues te apuesto 10 dólares a que son cuatro.
¡Chuta 10 dólares! Sabes que los vas a perder, pero da igual, nunca admitirás que son dos:
—¡Que Alejo y Valentina son cuatro...! Lo que pasa es que no incluyen a carlitox ni al viejo ahí está: cuatro.
Y te emperras tanto que te acaban dando la razón por agotamiento:
—¡Que son cuatro!
—¡yaaa simon, son cuatro, lo que quieras!
Pero aquí pasa una cosa rara. Si te dan la razón por agotamiento no da el mismo gusto:
—Oye, a mí no me des la razón como a los locos, ¿eh? ¡Son cuatro y son cuatro! Como los tres mosqueteros, ¡que también eran cuatro!

Tener razón es incluso más importante que la salud: te dice el médico:
—Tiene usted que dejar de fumar.
—¿Y por qué voy a dejar de fumar si eso a mí no me afecta? ¿No me puede quitar otra cosa?
—Como siga así lo que le voy a tener que quitar es un pulmón.
—Pues vale, quítemelo, mientras no me quite el tabaco...
Y cuando sales:
—¡Que el tabaco me perjudica, ¡Ja!... Este tipo no tiene ni puta idea! Mi abuelo ha fumado toda la vida y ahí lo tienes... Muerto. ¡Pero porque lo fusilaron en el cuarenta y dos, ¿eh?!

Y es que no tener razón da mucha rabia, por eso sólo damos la razón cuando no nos queda más remedio. Al jefe (si asi con minusculas), por ejemplo. ¿Se han dado cuenta de la cantidad de pendejadas que tenemos que admitir sólo porque las dice el jefe?:
—Ricardo, tenemos que mandar un e-mail a la Patagonia, así que compre sellos.
—Pero es que el e-mail va por ordenador...
—Sí, sí, pero usted póngale sellos, que es mejor asegurarse.
—Pues tiene usted razón, ahora mismo me pongo a pegarle sellos a la pantalla.

Y ésa es la verdadera razón por la que todo el mundo quiere ser jefe: ¡para que le den la razón!
Pues eso, que no hay ningún placer que se pueda comparar a tener razón. Y si lo piensan, tampoco hay nada más inútil, porque tú tendrás mucha razón pero tienes que ir caminando por la gasolina, no te acuestas con tu chica, te quitan un pulmón... y hasta te ahogas en el Titanic. Por eso yo digo que tener razón es como tener un avión de mármol, no sirve para nada. ¿A que sí?
¡Ah, qué gusto da que te den la razón!

4 comentarios:

  1. creo que no tienes razón en lo que dices, ja!

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  2. Jajaja y yo me pregunto de donde se te ocurren tantas cosas para escribir??? pues curioso no? quienes creemos siempre tener la razón aunque no la tengamos, pero lo bueno es que hemos aprendido a ya no discutir como antes, o no? ¡ja!

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  3. Aunque recien lo leo, se que tengo razon cuyando te digo que no te vas a la zonal. doble JA! JA!

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  4. ah pero si escribiste esto solo por el gusto de tener la razón !!! ... a que tengo razón !

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