Pasaba la tarde como tantas
tardes han pasado junto al viejo ceibo que todos admiran, a sus pies, o sus raíces,
una pequeña plazoleta a la cual el mismo nombre le queda grande y junto a ella
una cafetería, un lugar de encuentro para muchos, un lugar para iniciar las
mañanas, en nuestro caso, un punto final en el largo recorrido. En una mesa,
sentada, concentrada en su taza de café, doble, muy caliente, se encontraba una
bruja, pero no de aquellas brujas que nos ha pintado la tradición oral y las
películas infantiles, no, ella era una bruja muy guapa, con el cabello rizado,
mirada transparente, ojos color miel que podían atravesarte las ideas…y el
corazón, aquellos ojos se perdían en el liquido oscuro que contenía la taza, la
hora de encuentro ya había pasado hace mucho, pero no se inmutaba, sabía que en
cualquier momento sus dos acompañantes deberían aparecer, además, no tenía
prisa, el lugar era agradable, la tarde con un frio acogedor y el viento
agitaba las ramas del viejo ceibo y barría las hojas que caían sobre una calle
cercana.
Junto al ceibo, arrimado de mala
manera se encontraba un guerrero, a simple vista nadie podría decir que lo era,
pues no lo parecía, al igual que con la bruja, el cine y los cuentos nos han
hecho pensar en un guerrero como alguien fornido, agresivo y con actitud
dominante, nuestro personaje, por el contrario, no era más alto que el
promedio, con el cabello largo que caía sobre sus hombros de forma descuidada,
ojos oscuros que no dejaban de fijarse a lo lejos en la bruja y en su mano
izquierda un tabaco, un tabaco especial que era de los únicos que consumía, se
enderezó y caminó hacia el café, con pasos lentos, como quien quisiera demorar
lo máximo posible su llegada, se detuvo, pensó en devolverse junto al ceibo y
seguir ahí, ocupado estaba en sus pensamientos, en lo que haría o lo que hará, súbitamente,
una ráfaga de viento proveniente de su lado izquierdo lo saco de su estado. Por
la calle que desembocaba en la plazoleta venía caminando un sujeto alto, vestía
con traje, caminaba a paso largos pero sin acelerar, sus movimientos muy lentos
y confiados, su mirada se alternaba entre la bruja y el guerrero, sus ojos
cambiaban con la luz del sol en medida de la incidencia de sus rayos.
El rastreador ha llegado, dijo la
bruja dirigiéndose al guerrero, mientras observaba como el rastreador se
acercaba a ellos con una sonrisa.
No me parece que el motivo que
nos reúne sea motivo de alegría, mucho menos para ti, dijo el guerrero,
mientras extendía su mano para saludar al que recién llegaba.
El rastreador era un sujeto
diferente, podía hacer lo que se conoce como magia, pero no era mago, podía
pelear ferozmente, pero no era guerrero, era un experto en planificación, pero
no era general, lo era todo pero no tomaba el crédito por ser nada, esa era su
esencia, ser completo para las diferentes tareas que había tenido que enfrentar
en sus vidas y los cientos de años que cada una había durado, ahora, fuera de
su plano, ajeno a su tiempo, su mundo y su gente, sólo quedaba algo por hacer…
Dante les ha ganado, dijo la
bruja, y ustedes dos no pudieron detenerlo, les recriminó mientras dirigía
fuertes miradas con aquellos ojos color miel que brillaban bajo la luz de la
agonizante tarde. El guerrero intento excusarse, pero fue interrumpido por el
rastreador, quien puso cada una de sus manos sobre el hombro de sus
acompañantes y les dijo que nada pasa porque sí, todo pasa por algo, la
sucesión de eventos que los han traído hasta este punto no pudieron ser
previstos, quizá varios puntos pudieron ser evitados, varios puntos fueron
evitados en otros planos, incluso, se apresuró a acotar, hay planos donde todo
esto no paso y nosotros no estamos reunidos conversando o no nos hemos reunido…
aún, pero uno no elige en que plano nacer, dejó pasar una pausa para que sus
palabras terminaran de cruzar el silencio de la tarde y pudieran asentarse en
la mente de sus acompañantes. El guerrero le dijo que sí se podía elegir y que
él había decidido quedarse en el plano del rastreador, que buscaría una buena
familia y volvería a nacer, vivir vagando por planos no es algo a lo que quiera
dedicarle la eternidad, además, completó, cuando muera volveré acá, al no
tiempo. A la bruja se le humedecieron los ojos, bajó la mirada, buscando, sin éxito,
evitar un momento triste, olvidarás todo lo que has vivido, le dijo al guerrero
mientras se llevaba las manos a la cintura, volverás a la vida y al año no
recordarás quien eres ni de dónde vienes, pero volveré, le dijo el guerrero, yo
ya no estaré, sentenció la bruja. El rastreador los miraba divertido, al darse
cuenta de ello, ambos, la bruja y el guerrero le reclamaron de forma airada, el
rastreador sólo pudo sonreír al tiempo que se explicaba, hace 5 años de mi
tiempo, cientos de años fuera de mi plano, mis conocimientos de lo que existe y
no existe era muy limitado, seguro es que nos volveremos a ver, si quieres volver
a nacer y vivir plenamente con todo lo bueno y malo que ello conlleva,
adelante, es tu oportunidad y tu derecho, el guerrero sonrió, el rastreador,
abrazando a la bruja y apegando la cabeza de ella contra su pecho, le dijo que
cuando llegue el momento ella también podrá elegir volver a nacer y podrá
elegir el plano que quiera y de seguro la nueva persona que sea, también
aprenderá, de una forma o de otra, que hay mucho más de lo que se puede ver a
simple vista, y tú que harás, dijo la bruja tomando los brazos del rastreador,
yo tengo aún mucho por delante, Dante no puede ganar tan fácil, pero tampoco
puedes derrotar en unos años a quien lleva preparándose milenios, confío que
ayudarás a la normal a cuidar del niño y si todo llegase a salir mal, ya sabes
las recomendaciones que te he dado, la bruja asintió como si lo que acordaron
hubieran sido órdenes precisas y concisas, finalmente el rastreador se dirigió
al guerrero y le dio un apretón de manos, gracias por todo, le dijo, ha sido
una gran aventura y sólo estamos comenzando, Dante ha acordado que te dejaremos
definir tu vida, o tu nueva vida, antes de volver al asunto que nos ocupa,
visitarás tu plano, interrumpió el guerrero, tengo pensado hacerlo, visitaré mi
plano varias veces y ya las irás sabiendo, aún hay cabos que atar y lazos que
cortar, pero ya no soy quien decide, hemos logrado muchas concesiones por parte
de Dante y hay que ser más astutos e inteligentes que un demonio de más de tres
mil años, dicho esto se despidió con una gran sonrisa, la bruja y el guerrero
pensaron para sí mismos que esa sonrisa más que expresar alegría, buscaba
brindar confianza y tranquilidad de cara a los terribles hechos que estarían
por enfrentar, cada uno desde su propio espacio, quizá al final no era el fin, sino
sólo un nuevo comienzo, o como lo dijo el rastreador mientras se alejaba: un
comienzo intermedio.
Una bruja, un guerrero y un
rastreador se reunieron, se están reuniendo, se reunirán o aún no se han reunido,
las maravillas del no tiempo.