jueves, 27 de enero de 2011

humanidad VS inhumanidad

El ser humano, por definición, es humanitario…o ¿debo decir que se supone que debería ser humanitario?
Hasta que punto podemos despersonalizarnos del medio que nos rodea y asumir una postura distante, insensible, esquiva, mezquina… ¿inhumana?

Acaso necesitamos usar una camiseta con determinado emblema para llenarnos la boca y decir “soy humanitario” para acto seguido quitarnos el emblema y regresar a la inmundicia social del enajenamiento para con nuestros congéneres y buscar, desesperados, intranquilos, una excusa o un esbozo de falsa disculpa que nos permita alcanzar el sueño en las noches…

Cierta persona me dijo una vez que “las personas sin valores no pueden conciliar el sueño en las noches”…y ahora, 15 años después, me doy cuenta que aquella persona estaba equivocada, claro que pueden, claro que lo hacen, claro que duermen, plácidamente, a pierna suelta…porque quienes no tienen valores no sufren el auto ataque mental que sufrimos otros, la incertidumbre de saber si hicimos bien o si hicimos mal, el análisis de determinada acción y el veredicto eficaz, certero, puntual y autoritario de nuestra mente al decir que nos equivocamos, que la cagamos…ellos no sufren la angustia materializada como un vacio en el diafragma, esa angustia que nos advierte que aquella equivocación no será fácil (o posible) enmendar…

Lastimosamente, cada día, esos otros son más…en ocasiones me siento rodeado de ellos, mirando detrás de sus lentes cuadrados, esbozando una sonrisa que no llega a la amabilidad, o aparentando ser tan amables que provoca golpearlos, en ocasiones, siento que vivo en una sociedad zombi en la que lo único que prima es el comportamiento autómata de sus integrantes.

Los humanos cada vez somos más inhumanos…y los pocos que quedamos humanos estamos perdiendo nuestra humanidad…

Lejos están las guerras o los desastres o aquellos incidentes que sacan lo mejor o lo peor de nuestra especie, los vemos a diario en noticieros, lo leemos en periódicos y lo escuchamos en la radio, pero esas guerras, esos desastres y esos conflictos no son nuestros, nos son ajenos, no los saboreamos, no nos importa…porque en el fondo sabemos que al finalizar el día llegaremos a nuestras casas y todo eso no será más que “cosas de la vida” y señales de que “el mundo va mal”…

He aprendido que ser humanitario es más que repetir un concepto como loro y sacar pecho para que le pongan la estrellita o doblar las orejas para la caricia del amo, ser humanitario es ser capaz de levantarse y pronunciarse a favor de sus congéneres, ser humanitario es poder sentir en nuestra propia piel lo que le sucede a alguien de quien no conocemos ni su nombre…ser humanitario es mucho más que ponerse un emblema un fin de semana para tener excusa y salir con los panas.

Es una pena que organizaciones que van por la provincia esgrimiendo su eslogan humanitario no sean, precisamente, humanitarios con sus colaboradores…da miseria en lo más profundo del espíritu humano ver que cierto grupo de personas se llene la boca de frases humanitarias y los bolsillos de humanitarios dólares, adquiriendo humanitarios vehículos innecesarios, mientras los que están abajo en la pirámide deben cubrir salud, medicinas y demás gastos de accidentes con lo que apenas hay en su ya maltratado bolsillo.

Quiero pensar, me alegra pensar, prefiero pensar, que es algo local, que la podredumbre, la codicia, las ansias de poder, la inhumanidad y la falta de valores no ha alcanzado a todo mi país, quiero pensar y me aventuro a pensar que los otros componentes están intactos en su espíritu humanitario, me comprometo a pensar que hay personas fieles a sus principios y leales a una sola idea, porque mientras más lo pienso más hay esperanzas, mientras más lo medito, más aparecen oportunidades de levantar aquello que tanto queremos a su gloria original, porque contra todo pronóstico los humanitarios seremos más, fieles a una idea y no a una chequera.

miércoles, 19 de enero de 2011

infiernillo femenino 1

Para muchos solo hay una manera de caerle bien a una mujer, una única forma, simple, sencilla, tan simple y tan sencilla que muchos la utilizan aun sin saberlo…¿quieren saber cuál es?. Pues halagarla, siempre funciona, y una mujer sin importar su condición social, sus estudios, sus creencias ni su orientación sexual, siempre está abierta para un halago. Claro que hablamos de halagos normales, sencillos, como por ejemplo:

“bonito cabello”, “bonita blusa”, “eres muy buena con los números”…etc.

Pero…que pasa cuando se ha logrado cierta confianza, cierta confidencia y creemos que podemos ser más sinceros, más abiertos y espontáneos…¿es correcto serlo?. NO! Tajante, rotunda y absolutamente NO. La sinceridad es algo que las mujeres esgrimen a cada instante pero que por alguna extraña razón no soportan cuando se les aplica.

Una mujer puede llegar a odiarte si cometes el error de ser sincero y decir las cosas como las piensas sin siquiera darle un elogio o un halago aunque sea camuflado.
¿Que es un halago?...simplemente dar a notar alguna cualidad positiva en la chica y mencionar esa cualidad demostrando cierto grado de admiración, ¿muy sencillo verdad?, pues aquí se complica porque a veces no tenemos nada que halagar…y que toca hacer…pues mentir, pero vamos que son mentiras de un calibre pequeño y hasta podría decirse que son por una buena causa.

Lastimosamente, las mujeres son seres a los que les gusta clasificar, de esta manera ellas tienen clasificados a aquellos chicos a los que intimidan, los que les babean y no dicen nada, los que las elogian y las halagan hasta el cansancio y los idiotas.

Hace unas semanas una chica moderadamente simpática me etiqueta en una foto y asumo que es para que deje algún tipo de comentario, a las 2 horas de haber sido etiquetado, los comentarios de la foto de la mencionada chica parecía la sección de lácteos del megamaxi…¿Qué hacer?, ¿ser parte del montón o decir lo que en verdad uno piensa?...siendo como soy, dije lo que pensaba, que dicho sea de paso tiene una base científica que puede ser probada en cualquier momento, el resultado, una clasificación de que soy idiota.

Así que mis queridos lectores, de ustedes depende, ser parte del montón o ser considerados idiotas…ahora que ser idiota tiene sus beneficios: hay más libertad para decir lo que se piensa todo el tiempo, se puede hacer bastante uso del humor, nuestra idiotez nos da una ligera luz interesante, nos pone por encima de los acartonamientos hipocrito-sociales…y, aunque muchas lo nieguen, un hombre que de una u otra forma de separa del montón de quesos con sus halagos fofos, llama la atención…y al final es solo eso lo que se necesita:… una fracción.